Las bicicletas son para el verano, decía la obra de teatro y la película de Fernando Fernán Gómez, y las viviendas, también. Y es que los meses estivales son de largo los mejores para colocar en el mercado una vivienda, porque los compradores tienen más tiempo, más tranquilidad y más predisposición, y porque los vendedores echan el resto sacando sus productos como nunca antes lo habían hecho en otras épocas del año.